Día 5 – Turismo en Yosemite National Park

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Esa noche dormimos como troncos, pero como siempre, nos levantamos temprano y tras un opíparo desayuno, nos pusimos en marcha. El parque es inmenso, y se encuentra plenamente preparado para visitarlo en coche. Comoquiera que sólo disponíamos de un día, pues al siguiente nos esperaba una nueva kilometrada, vimos todo con excepción de las Tuolumne Meadows, praderas éstas que nos fueron recomendadas en el hotel por un huésped americano, pero cuya localización precisaba un día más para ser visitada.
El primer punto al que accedimos fue la zona más occidental del valle, punto desde el que nos quedamos boquiabiertos con la mole de granito que constituye el Gran Capitán. Se trata de una pared lisa de 1370 m de vertical, en la que con un poco de paciencia pueden distinguirse los escaladores que a ella se enfrentan.
De ahí, fuimos al centro de visitantes, donde vimos en una proyección que no fue sino un tostón que lo único que nos hizo fue perder media hora. Tal cual salimos, fuimos paseando hasta las Yosemite Falls, cascada que en dos saltos (Upper Yosemite Fall y Lower Yosemite Fall), cubre una caída de 740 m. Lamentablemente no pudimos disfrutar de este espectáculo, pues recién pasado el verano las cascadas se encontraban completamente secas.
A continuación cogimos uno de los buses gratuitos que recorren el parque y nos apeamos en la parada que nos dejaba a los pies de la pista que tras un breve paseo, llevaba hasta el Mirror Lake, en el cual se refleja el paisaje, según dicen, porque también estaba seco. En cualquier caso, las vistas del Half Dome merecen la pena.
La siguiente meta era Glacier Point, un excelente mirador de todo el valle emplazado en un saliente rocoso a 980 m de altura. Para ir hasta allí tuvimos que coger el coche. Las vistas son impresionantes, con especial mención al anteriormente referido Half Dome, el cual se eleva casi 1600 m sobre el valle, y cuya forma, como su propio nombre indica, es como si hubiesen partido la masa de roca por la mitad.
El broche a nuestro recorrido por el Yosemite National Park lo pusimos en el Mariposa Groove, que es la zona en la que se localizan las gigantescas secuoyas. Algunas con más de 3000 años de edad, 75 m de altura y 9 m de diámetro. Aquí se nos empezó a hacer de noche, motivo por el cual no nos dio tiempo a visitar la secuoya túnel, la cual, si recibe tal nombre, se entiende que debe ser aún más espectacular que la de la foto, que no era más que una secuoya más bien discreta. Cuando emprendimos el regreso se veía ya muy poco. Afortunadamente no nos encontramos ni con los osos de los que tanto se habla, ni con los pumas, ni con nada parecido. Ni que decir tiene que tanto mejor.
De nuevo en el hotel, a cenar y a la cama, al día siguiente nos esperaba la mayor distancia que cubriríamos en coche de un tirón: desde Yosemite a Las Vegas (Nevada).

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