Día 6 – De Yosemite National Park a Las Vegas

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Nos separaban más de 700 km hasta nuestro destino. Acostumbrados a lo que es viajar en España, íbamos concienciados para una dura jornada de viaje, si bien, ciertamente fue algo más llevadero de lo que esperábamos. Cubrir distancias por carretera en los Estados Unidos es harina de otro costal. Las autopistas, libres de peaje (al menos las que nosotros utilizamos), son amplísimas, prácticamente sin curvas y con una circulación abundante pero muy fluida. Si a esto le añadimos el hecho de conducir un coche de gama alta, por no decir lujo, y que éramos cuatro los conductores a rotar, el viaje fue un mero trámite que cumplir.
Una de las cosas que más habíamos leído al respecto de Las Vegas, era acerca de la conveniencia de reservar una habitación de lujo en un buen hotel, ya que eran extremadamente baratos. En este sentido, decir que ni tanto ni tan calvo. Las habitaciones efectivamente no tienen un precio tan desorbitado como pudiera ser en otras circunstancias, si bien es cierto a su vez, que lo que se reserva como suit, aunque está muy bien, tampoco reúne las condiciones de exceso que podría esperarse bajo tal denominación. Nosotros nos dimos el capricho de alquilar buenas habitaciones, y la verdad, atendiendo al uso que hicimos de ellas y del hotel, es un dinero que tampoco hubiera pasado nada de haberse invertido en otro sitio.
Entrando ya a describir lo que es la ciudad en sí, muy sintéticamente, Las Vegas son todo y nada. Me explico, con dinero lo que quieras, y sin él, pues no tanto. La mayor parte del meollo se concentra en el Strip, y el resto en Freemont Street, o lo que es lo mismo, la zona nueva y la antigua, respectivamente.
Lo más espectacular son los hoteles-casino. Tanto por fuera como por dentro. El acceso es gratuito, y en todos y cada uno de ellos se puede jugar a todo lo imaginable y más: Póker, ruleta, blackjack, dados, máquinas tragaperras, apuestas deportivas, y alguna cosa más que seguro me dejo en el tintero. En cualquiera de las mesas la apuesta mínima es de 5 $, cuando no 10 $, dependiendo del hotel. No se juega con dinero sobre la mesa sino con fichas, las cuales se cambian en la misma mesa.
En lo que a las máquinas se refiere, nada de echar monedas. Se cayó el primer mito. Hay que cambiar el dinero por unos tiques, los cuales se introducen en las susodichas tragaperras, las cuales te indican el número de créditos disponibles para jugar. Es la jugada perfecta, para el casino claro está, pues así el cliente no pierde tiempo echando monedas, al tiempo que tampoco tiene una sensación tan real de lo que va perdiendo. Otra opción era jugar introduciendo directamente la tarjeta de la habitación y hacer el cargo a ésta directamente. Es demencial, como caso extremo citar personas que jugaban a dos máquinas colindantes simultáneamente.
También hay al uso garitos de copas, de striptease, etc. Creo que a buen entendedor pocas palabras bastan. Lo dicho, con dólares en la mano Las Vegas no ponen límite. A propósito, perdonen la vulgaridad, pero si no ve tías buenas en los U.S.A., en Las Vegas descubrirá el porqué: están todas allí.
Entrando ya en la parte estética de la ciudad, por la noche es un boom de neones que después de mucho rato llega casi a molestar. Por el día no deja de ser lo mismo, especialmente dentro de los hoteles, pero el trasiego de gente es mucho más reducido.
Los hoteles más representativos del Strip son el Mandalay Bay, el Luxor, en forma de pirámide, el Excalibur, que es un castillo de torres blancas, el New York New York, que reproduce el skyline de Manhattan enmarañado en una montaña rusa que lo recorre tanto por dentro como por fuera, el MGM Grand, el Tropicana Resort and Casino, el Paris, con réplicas de lugares emblemáticos de París donde destaca entre todas una reproducción de la Torre Eiffel de la mitad de tamaño que la original, el Caesars Palace, ambientado en la Roma clásica y de proporciones gigantescas, el Flamingo Hilton, el Venetian, con una increíble recreación de los canales (la foto está tomada en el interior del hotel a eso de las tres de la madrugada), el Treasure Island, el Riviera, Las Vegas Hilton, el Circus Circus y el Stratosphere, con su torre de 350 m en cuyo alto hay un observatorio, un restaurante giratorio y varias atracciones.
En lo que a la zona antigua se refiere, Freemont Street, fue el lugar donde se abrieron los primeros casinos. Hoy, la calle es peatonal y se encuentra cubierta por una estructura de acero que por la noche proyecta un espectáculo de luz y sonido.
Volviendo a lo que es el diario de viaje, la verdad es que tampoco hay mucho que contar. Hicimos la llegada a Las Vegas a eso de las seis de la tarde, dejamos los bultos en las habitaciones, nos duchamos y salimos por el Strip a ver y disfrutar de lo descrito hasta que el cuerpo aguantó.

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