Día 15 - Inicio
Nos levantamos, recogimos todo y nos fuimos a desayunar. No teníamos muy claro que hacer, pues con excepción del Japanese Tea Garden en el Golden Gate Park, creíamos haber visto lo más importante. A lo largo de la jornada descubriríamos que estábamos equivocados.
Nos levantamos, recogimos todo y nos fuimos a desayunar. No teníamos muy claro que hacer, pues con excepción del Japanese Tea Garden en el Golden Gate Park, creíamos haber visto lo más importante. A lo largo de la jornada descubriríamos que estábamos equivocados.
Así pues, cargamos el coche e hicimos el check-out en el hotel. Desde ahí, y ya motorizados, sin prisa nos dirigimos a Union Square, punto éste de referencia que no sabría decir por qué no visitamos en primera instancia, y en cuyo corazón se alza una columna corintia de 27 m, en cuyo cénit se ubica la estatua de la Victoria.
Alrededor de la plaza se encuentran muchos de los grandes almacenes de San Francisco: Macy's, Saks Fifth Avenue, Gump's y Nieman Marcus, mereciendo estos últimos mención especial porque por deseo de los ciudadanos, conservan la cúpula y la claraboya de 1900 que en su día regaló la ciudad de París.
Nuestro último coletazo consumista lo dimos en Macy's. Se trata de un centro comercial muy del estilo de nuestro Corte Inglés. Los precios eran, al menos en comparación con España, bastante económicos. Recuérdese en este sentido que el cambio del dólar en ese momento fue realmente ventajoso.
A la salida, nos comimos sentados en la plaza unos hot dogs al más puro estilo americano. Desde allí nos fuimos a dar un paseo por el embarcadero por las inmediaciones del Puente de la Bahía de Oakland,.
Desde allí, seguidamente nos dirigimos al Japanese Tea Garden, del cual recordamos que nos quedamos con la miel en los labios, es decir, con las ganas de verlo una vez en la puerta puesto que habían cerrado, en nuestra primera estancia en San Francisco. La entrada nos costó 6 $ por cabeza. El lugar consiste en un pequeño jardín cerrado de estilo japonés. Dentro de él, paseando por sus serpenteantes senderos y rodeados por una cuidada variedad de plantas niponas, encontraremos bonitos rincones, tales como el pequeño estanque, el gran buda de bronce o el puente de la Luna. Sin duda es un lugar que no hay que dejar de visitar.
Sin descanso, nos acercamos hasta el cruce de Haight con Ashbury, intersección que da nombre a la zona. En su día fue el corazón del hippy flower power. Hoy sigue siendo uno de los barrios menos convencionales y más animados de la ciudad, con gran variedad de gentes, tiendas de ropa de segunda mano, librerías y cafés, sin dejar de citar el corte victoriano de muchas de sus mansiones. Fue en esta zona donde optamos por comer algo, tras este trámite, nos acercamos hasta The Red Victorian Hotel, otra reliquia hippy de los sesenta.
Estábamos más que contentos con lo que estaba dando de sí nuestro último día, y eso que no sabíamos que lo mejor estaba aún por llegar. Subimos a Twin Peaks, que son dos colinas que desde el corazón de San Francisco se alzan 274 m sobre el nivel del mar. El Twin Peaks Boulevard se trata de un aparcamiento con mirador, que une ambas colinas cerca de la cima, desde la cual se puede disfrutar de una panorámica de 360º. En cualquier caso, el mirador orientado al donwtown y a la bahía, ofrece espectáculo más que de sobra.
Ya atardeciendo nos dirigimos hasta la Telegraph Hill, en la cuya cumbre de 86 m se ubica la Coit Tower, torre de hormigón armado con forma de columna y 64 m de altura, con un mirador desde el que se divisa todo el norte de la bahía, acceso para el cual había que abonar 5 $ por persona.
El último coletazo decidimos darlo en el Fishermans Warf, donde en los puestos de comida que allí se alinean optamos por comprar un poco de fritanga marítima rebozada y una típica clam chowder, que no es otra cosa que una sabrosa sopa, más bien crema, de almejas servida en el interior de un pan redondo. Estas viandas las comimos en la rúe amenizados por un saxofonista callejero al que tuvimos a bien darle toda la calderilla que habíamos acumulado a lo largo del viaje y que no serían pocos dólares.
Con ello pusimos el broche de oro a tan fantástico viaje. Se acabó lo bueno, subimos a nuestro Cadillac y pusimos rumbo al aeropuerto dejando atrás la bahía y su Golden Gate.
Día 15 - Inicio
Alrededor de la plaza se encuentran muchos de los grandes almacenes de San Francisco: Macy's, Saks Fifth Avenue, Gump's y Nieman Marcus, mereciendo estos últimos mención especial porque por deseo de los ciudadanos, conservan la cúpula y la claraboya de 1900 que en su día regaló la ciudad de París.
Nuestro último coletazo consumista lo dimos en Macy's. Se trata de un centro comercial muy del estilo de nuestro Corte Inglés. Los precios eran, al menos en comparación con España, bastante económicos. Recuérdese en este sentido que el cambio del dólar en ese momento fue realmente ventajoso.
A la salida, nos comimos sentados en la plaza unos hot dogs al más puro estilo americano. Desde allí nos fuimos a dar un paseo por el embarcadero por las inmediaciones del Puente de la Bahía de Oakland,.
Desde allí, seguidamente nos dirigimos al Japanese Tea Garden, del cual recordamos que nos quedamos con la miel en los labios, es decir, con las ganas de verlo una vez en la puerta puesto que habían cerrado, en nuestra primera estancia en San Francisco. La entrada nos costó 6 $ por cabeza. El lugar consiste en un pequeño jardín cerrado de estilo japonés. Dentro de él, paseando por sus serpenteantes senderos y rodeados por una cuidada variedad de plantas niponas, encontraremos bonitos rincones, tales como el pequeño estanque, el gran buda de bronce o el puente de la Luna. Sin duda es un lugar que no hay que dejar de visitar.
Sin descanso, nos acercamos hasta el cruce de Haight con Ashbury, intersección que da nombre a la zona. En su día fue el corazón del hippy flower power. Hoy sigue siendo uno de los barrios menos convencionales y más animados de la ciudad, con gran variedad de gentes, tiendas de ropa de segunda mano, librerías y cafés, sin dejar de citar el corte victoriano de muchas de sus mansiones. Fue en esta zona donde optamos por comer algo, tras este trámite, nos acercamos hasta The Red Victorian Hotel, otra reliquia hippy de los sesenta.
Estábamos más que contentos con lo que estaba dando de sí nuestro último día, y eso que no sabíamos que lo mejor estaba aún por llegar. Subimos a Twin Peaks, que son dos colinas que desde el corazón de San Francisco se alzan 274 m sobre el nivel del mar. El Twin Peaks Boulevard se trata de un aparcamiento con mirador, que une ambas colinas cerca de la cima, desde la cual se puede disfrutar de una panorámica de 360º. En cualquier caso, el mirador orientado al donwtown y a la bahía, ofrece espectáculo más que de sobra.
Ya atardeciendo nos dirigimos hasta la Telegraph Hill, en la cuya cumbre de 86 m se ubica la Coit Tower, torre de hormigón armado con forma de columna y 64 m de altura, con un mirador desde el que se divisa todo el norte de la bahía, acceso para el cual había que abonar 5 $ por persona.
El último coletazo decidimos darlo en el Fishermans Warf, donde en los puestos de comida que allí se alinean optamos por comprar un poco de fritanga marítima rebozada y una típica clam chowder, que no es otra cosa que una sabrosa sopa, más bien crema, de almejas servida en el interior de un pan redondo. Estas viandas las comimos en la rúe amenizados por un saxofonista callejero al que tuvimos a bien darle toda la calderilla que habíamos acumulado a lo largo del viaje y que no serían pocos dólares.
Con ello pusimos el broche de oro a tan fantástico viaje. Se acabó lo bueno, subimos a nuestro Cadillac y pusimos rumbo al aeropuerto dejando atrás la bahía y su Golden Gate.
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