Día 14 - Inicio - Día 16
El día siguiente lo dedicamos básicamente a ir a San Francisco y buscar allí alojamiento. En primer lugar lo intentamos yendo de hotel en hotel, pero estábamos perdiendo tiempo sobremanera, pues tras esperar las correspondientes filas, no tenían sitio para cuatro personas que éramos. Así pues, decidimos hacerlo vía internet, lo cual fue un método eficiente de cara a encontrar un sitio en las inmediaciones en el que poder dormir.
El hotel que elegimos era sórdido y lóbrego donde los haya. El ascensor típico de película de cine de terror de los setenta, con sus puertas de rejilla y todo. Nos asignaron sendas habitaciones en las plantas séptima y octava. Eso no es una gran altura en comparación con muchos de los edificios de los Estados Unidos, si bien, sí que fue suficiente como para tener una curiosa vista de la zona.
Lamentablemente la jornada no dio para más, de modo que hicimos poco más que pasear por los alrededores, cenar, un par de cervezas y a nuestros aposentos, mañana quemaríamos nuestro último día en América. Por suerte, nuestro avión salía en la madrugada del día siguiente, de modo que disponíamos de un día completo para conocer un poco más San Francisco.
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El día siguiente lo dedicamos básicamente a ir a San Francisco y buscar allí alojamiento. En primer lugar lo intentamos yendo de hotel en hotel, pero estábamos perdiendo tiempo sobremanera, pues tras esperar las correspondientes filas, no tenían sitio para cuatro personas que éramos. Así pues, decidimos hacerlo vía internet, lo cual fue un método eficiente de cara a encontrar un sitio en las inmediaciones en el que poder dormir.
El hotel que elegimos era sórdido y lóbrego donde los haya. El ascensor típico de película de cine de terror de los setenta, con sus puertas de rejilla y todo. Nos asignaron sendas habitaciones en las plantas séptima y octava. Eso no es una gran altura en comparación con muchos de los edificios de los Estados Unidos, si bien, sí que fue suficiente como para tener una curiosa vista de la zona.
Lamentablemente la jornada no dio para más, de modo que hicimos poco más que pasear por los alrededores, cenar, un par de cervezas y a nuestros aposentos, mañana quemaríamos nuestro último día en América. Por suerte, nuestro avión salía en la madrugada del día siguiente, de modo que disponíamos de un día completo para conocer un poco más San Francisco.
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