Día 13 - Inicio - Día 15
Desayunamos sin diamantes, recogimos todo y lo metimos en el coche. Reitero lo de que buena idea fue el alquilar un coche grande, pues con la de veces que hay que meter y sacar las maletas, y la de kilómetros que se le hacen, merece la pena gastar algo de dinero en este sentido.
Como no teníamos prisa alguna, dimos nuestros últimos coletazos a Los Ángeles yendo a ver en primer lugar el Downtown, en el que se localiza asimismo la cancha de los Lakers, el Arena Staples Center, y más tarde Rodeo Drive, Beverly Hills y Bel Air.
En lo que al centro de Los Ángeles se refiere, se trata de una zona relativamente pequeña para ser una gran ciudad de los Estados Unidos, al tiempo que siendo un sector eminentemente empresarial, bastante falto de vida fuera del horario laboral. En cualquier caso, lo que son rascacielos, haberlos, haylos.
Anexo a este centro financiero se encuentra el
Staples Center, en cuya entrada se halla una estatua del mítico Magic Johnson.
Respecto a Rodeo Drive, Beverly Hills y Bel Air, pormenorizar detalles resultaría harto difícil, pues la verdad es que tampoco hay nada destacable. Ahora bien, si una palabra describe los tres puntos citados a la perfección, esa es lujo. Para muestra, decir que el ir y venir de Rolls Royces y Ferraris, por citar los más conocidos para el vulgo, allí es algo habitual.
En primer lugar dimos un paseo por Rodeo Drive, una de las calles comerciales más famosas del mundo. Se trata de una calle luminosa y agradable en la que se suceden las tiendas de firma: Gucci, Christian Dior, Tiffany & Co, etc., algunas de ellas con personal recepcionando en la puerta. Esperando supongo tanto para recibir, como para invitar a no entrar.
En la esquina de Rodeo Drive con Wilshire Boulevard se halla uno de los centros comerciales más lujosos del mundo, el 2 Rodeo. En su trazado sinuoso, encontraremos una coqueta plaza con farolas victorianas, y poco más allá, en el punto donde converge con Wilshire Boulevard, las Spanish Steps.
Tras comer algo, nos fuimos a dar una vuelta en coche por Beverly Hills y Bel Air, para lo cual, nuevamente con guía en mano, fuimos haciendo un somero tour por las casas en las que viven o vivieron los famosos.
En otro orden significar que, atendiendo a que no dejan de ser casas de particulares y cuyo acceso a través del jardín es en muchas de ellas inmediato, entendimos prudente abstenernos de hacer fotos.
Se trata de sendas zonas residenciales, bonitas y tranquilas, donde se mezclan casas de distintos estilos, encontrándose las más opulentas al norte de Sunset Boulevard.
Tras este paseo de se mira pero no se toca, dijimos adiós a Los Ángeles y comenzamos nuestra ruta costera hacia el norte, el destino final era San Francisco, si bien, atendiendo a la distancia haríamos una pernocta en el recorrido, no teníamos decidido donde. Lo intentamos en una parada técnica que hicimos en Santa Bárbara, pero no encontramos nada económico.
Así pues, continuamos hasta Luis Obispo, pueblo en el que sí que conseguiríamos un alojamiento económico, y en el que nos vimos sorprendidos por una fiesta en la plaza y un entretenido y animado ambiente universitario. Lo único malo fue que cuando empezábamos a entrar en calor, llegó la hora del cierre. Intentamos continuar la juerga, pero no nos quedó otro remedio que resignarnos e ir a la cama.
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Desayunamos sin diamantes, recogimos todo y lo metimos en el coche. Reitero lo de que buena idea fue el alquilar un coche grande, pues con la de veces que hay que meter y sacar las maletas, y la de kilómetros que se le hacen, merece la pena gastar algo de dinero en este sentido.
Como no teníamos prisa alguna, dimos nuestros últimos coletazos a Los Ángeles yendo a ver en primer lugar el Downtown, en el que se localiza asimismo la cancha de los Lakers, el Arena Staples Center, y más tarde Rodeo Drive, Beverly Hills y Bel Air.
En lo que al centro de Los Ángeles se refiere, se trata de una zona relativamente pequeña para ser una gran ciudad de los Estados Unidos, al tiempo que siendo un sector eminentemente empresarial, bastante falto de vida fuera del horario laboral. En cualquier caso, lo que son rascacielos, haberlos, haylos.Anexo a este centro financiero se encuentra el
Staples Center, en cuya entrada se halla una estatua del mítico Magic Johnson.Respecto a Rodeo Drive, Beverly Hills y Bel Air, pormenorizar detalles resultaría harto difícil, pues la verdad es que tampoco hay nada destacable. Ahora bien, si una palabra describe los tres puntos citados a la perfección, esa es lujo. Para muestra, decir que el ir y venir de Rolls Royces y Ferraris, por citar los más conocidos para el vulgo, allí es algo habitual.
En primer lugar dimos un paseo por Rodeo Drive, una de las calles comerciales más famosas del mundo. Se trata de una calle luminosa y agradable en la que se suceden las tiendas de firma: Gucci, Christian Dior, Tiffany & Co, etc., algunas de ellas con personal recepcionando en la puerta. Esperando supongo tanto para recibir, como para invitar a no entrar.
En la esquina de Rodeo Drive con Wilshire Boulevard se halla uno de los centros comerciales más lujosos del mundo, el 2 Rodeo. En su trazado sinuoso, encontraremos una coqueta plaza con farolas victorianas, y poco más allá, en el punto donde converge con Wilshire Boulevard, las Spanish Steps.Tras comer algo, nos fuimos a dar una vuelta en coche por Beverly Hills y Bel Air, para lo cual, nuevamente con guía en mano, fuimos haciendo un somero tour por las casas en las que viven o vivieron los famosos.
En otro orden significar que, atendiendo a que no dejan de ser casas de particulares y cuyo acceso a través del jardín es en muchas de ellas inmediato, entendimos prudente abstenernos de hacer fotos.
Se trata de sendas zonas residenciales, bonitas y tranquilas, donde se mezclan casas de distintos estilos, encontrándose las más opulentas al norte de Sunset Boulevard.Tras este paseo de se mira pero no se toca, dijimos adiós a Los Ángeles y comenzamos nuestra ruta costera hacia el norte, el destino final era San Francisco, si bien, atendiendo a la distancia haríamos una pernocta en el recorrido, no teníamos decidido donde. Lo intentamos en una parada técnica que hicimos en Santa Bárbara, pero no encontramos nada económico.
Así pues, continuamos hasta Luis Obispo, pueblo en el que sí que conseguiríamos un alojamiento económico, y en el que nos vimos sorprendidos por una fiesta en la plaza y un entretenido y animado ambiente universitario. Lo único malo fue que cuando empezábamos a entrar en calor, llegó la hora del cierre. Intentamos continuar la juerga, pero no nos quedó otro remedio que resignarnos e ir a la cama.
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