Encuéntrome actualmente leyendo (apenas me queda nada) El alma está en el cerebro, de Eduardo Punset, libro éste en el que se capitulan distintas emisiones del programa Redes, cuyo núcleo temático es el funcionamiento del cerebro.
Robert Hare, profesor emérito de la Universidad British Columbia (Canadá), considerado a su vez el científico más relevante en psicopatía, destaca entre las características del psicópata la ausencia de empatía y la conciencia, esto es, la incapacidad para ponerse en el lugar de los demás y la carencia de remordimientos, respectivamente.
Pero en lo que a la falta de empatía se refiere, hay que destacar que se trata más bien de la ausencia de empatía emocional, no así la intelectual, pues el psicópata, se entiende capaz de entrar en tu cerebro para intentar saber que piensas, al tiempo que es incapaz de comprender como te sientes.
Así mismo, Hare apunta que los sujetos no nacen psicópatas, si bien, desarrollan muy pronto esta malformación mental, ¡la psicopatía empieza a revelarse a los 3, 4 ó 5 años! Entre las características del infante psicópata, término éste de mi propio cuño y que suena francamente tenebroso, se encuentran la falta de miedo o ansiedad, el gusto por una vida fácil y tendencia a ser impulsivo.
No obstante, cabe matizar que hay que salirse del cliché del psicópata como asesino, pues la mayoría de las psicopatías se manifiestan mediante la manipulación y el engaño con aquellos que le rodean, con afán generalmente de conseguir sus objetivos económicos, sexuales o de poder. La trayectoria de estos individuos deja un reguero de personas atormentadas, arruinadas, perseguidas, violadas o traumatizadas.
Respecto a la causa de esta falta de emociones, parece ser que se debe a una falta de conexión entre el sistema límbico, concretamente la amígdala relacionada con las emociones y la agresividad, y la corteza prefrontal, que controla los impulsos emocionales del susodicho sistema límbico. El origen de esta desconexión es probable que sea consecuencia de una interacción de genética y entorno, si bien, es algo que no está demostrado científicamente.
Robert Hare es a su vez el creador del test más utilizado actualmente para el diagnóstico de estas disfunciones mentales: el Psycopathy CheckList Revided (PCL-R) o escala Hare. Si aplicásemos esta escala a todo el mundo, se prevé que el porcentaje de psicópatas sería muy similar al de esquizofrénicos, alrededor de un 1%, lo cual es una cifra altísima, así pues, en el mismo libro se señala que sólo en España habría casi medio millón de psicópatas.
Con relación a la clasificación del psicópata, Vicente Garrido, psicólogo criminalista de la Universidad de Valencia, distingue entre el psicópata integrado, en la medida que controla su agresividad y es capaz de ocultarse, y el no integrado, que difícilmente evita matar o cometer un crimen.
De cara a la imputabilidad del psicópata, cómoquiera que éste es consciente no sólo de lo que hace, sino también de que lo que hace está mal, se considera que actúa con pleno conocimiento y voluntad, y por tanto, es totalmente imputable. No obstante, esta afirmación es susceptible de ser rebatida, pues no olvidemos que se ha dado por aceptada la existencia de una disfución. Desde luego, hay aquí para un peliagudo debate acerca de si el psicópata es verdaderamente responsable o no de sus actos.
Robert Hare, profesor emérito de la Universidad British Columbia (Canadá), considerado a su vez el científico más relevante en psicopatía, destaca entre las características del psicópata la ausencia de empatía y la conciencia, esto es, la incapacidad para ponerse en el lugar de los demás y la carencia de remordimientos, respectivamente.
Pero en lo que a la falta de empatía se refiere, hay que destacar que se trata más bien de la ausencia de empatía emocional, no así la intelectual, pues el psicópata, se entiende capaz de entrar en tu cerebro para intentar saber que piensas, al tiempo que es incapaz de comprender como te sientes.
Así mismo, Hare apunta que los sujetos no nacen psicópatas, si bien, desarrollan muy pronto esta malformación mental, ¡la psicopatía empieza a revelarse a los 3, 4 ó 5 años! Entre las características del infante psicópata, término éste de mi propio cuño y que suena francamente tenebroso, se encuentran la falta de miedo o ansiedad, el gusto por una vida fácil y tendencia a ser impulsivo.
No obstante, cabe matizar que hay que salirse del cliché del psicópata como asesino, pues la mayoría de las psicopatías se manifiestan mediante la manipulación y el engaño con aquellos que le rodean, con afán generalmente de conseguir sus objetivos económicos, sexuales o de poder. La trayectoria de estos individuos deja un reguero de personas atormentadas, arruinadas, perseguidas, violadas o traumatizadas.
Respecto a la causa de esta falta de emociones, parece ser que se debe a una falta de conexión entre el sistema límbico, concretamente la amígdala relacionada con las emociones y la agresividad, y la corteza prefrontal, que controla los impulsos emocionales del susodicho sistema límbico. El origen de esta desconexión es probable que sea consecuencia de una interacción de genética y entorno, si bien, es algo que no está demostrado científicamente.
Robert Hare es a su vez el creador del test más utilizado actualmente para el diagnóstico de estas disfunciones mentales: el Psycopathy CheckList Revided (PCL-R) o escala Hare. Si aplicásemos esta escala a todo el mundo, se prevé que el porcentaje de psicópatas sería muy similar al de esquizofrénicos, alrededor de un 1%, lo cual es una cifra altísima, así pues, en el mismo libro se señala que sólo en España habría casi medio millón de psicópatas.
Con relación a la clasificación del psicópata, Vicente Garrido, psicólogo criminalista de la Universidad de Valencia, distingue entre el psicópata integrado, en la medida que controla su agresividad y es capaz de ocultarse, y el no integrado, que difícilmente evita matar o cometer un crimen.
De cara a la imputabilidad del psicópata, cómoquiera que éste es consciente no sólo de lo que hace, sino también de que lo que hace está mal, se considera que actúa con pleno conocimiento y voluntad, y por tanto, es totalmente imputable. No obstante, esta afirmación es susceptible de ser rebatida, pues no olvidemos que se ha dado por aceptada la existencia de una disfución. Desde luego, hay aquí para un peliagudo debate acerca de si el psicópata es verdaderamente responsable o no de sus actos.
En lo que a una posible cura o rehabilitación del psicópata, señala Hare que más vale olvidarse del asunto, pues probablemente el resultado sea muy contrario al que se pretende, pues el psicópata aprende a engañar. Si bien, Hare deja una puerta abierta mediante la modificación de conducta, pero no intentando que el psicópata sea buena persona, sino conviertiéndole en una persona a la que egoístamente le interese cumplir con la ley y no delinquir.
Ante este panorama, parece proceder hacer el hincapié en la prevención. En este sentido, la escuela se erige como el principal medio, pero desde luego, no en los actuales términos. Se está perdiendo la formación en valores humanos potenciándose en su lugar la competitividad, el ser el mejor, aspecto éste del que se podría decir que agrava la psicopatía.
Expuesto lo dicho, señalar que los psicópatas están ahí. Son personas que viven y trabajan con nosotros y que carecen de empatía, que son manifiestamente simuladoras y manipuladoras, que se aprovechan de los demás, que son incapaces de sentir emociones reales, que no distinguen la crueldad ni el dolor, que son capaces de todo por el dinero, el poder, el prestigio… Aléjense de la idea clásica del asesino. Tal vez el título de la entrada resulte desmedido, estadísticamente al menos para el 99% de quienes la lean, pero seguramente no esté tan fuera de tono preguntar, ¿conoce usted a algún psicópata?
Ante este panorama, parece proceder hacer el hincapié en la prevención. En este sentido, la escuela se erige como el principal medio, pero desde luego, no en los actuales términos. Se está perdiendo la formación en valores humanos potenciándose en su lugar la competitividad, el ser el mejor, aspecto éste del que se podría decir que agrava la psicopatía.
Expuesto lo dicho, señalar que los psicópatas están ahí. Son personas que viven y trabajan con nosotros y que carecen de empatía, que son manifiestamente simuladoras y manipuladoras, que se aprovechan de los demás, que son incapaces de sentir emociones reales, que no distinguen la crueldad ni el dolor, que son capaces de todo por el dinero, el poder, el prestigio… Aléjense de la idea clásica del asesino. Tal vez el título de la entrada resulte desmedido, estadísticamente al menos para el 99% de quienes la lean, pero seguramente no esté tan fuera de tono preguntar, ¿conoce usted a algún psicópata?
BIBLIOGRAFÍA
PUNSET, E. El alma está en el cerebro. Madrid, Punto de lectura (2007).
Comentarios
Había oído eso de que hay muchos psicópatas campando por ahí y que, aunque no hagan barbaridades, van dejando un reguero de gente destrozada por allá por donde pasan. Terrible.
Tendríamos que plantearnos seriamente tratar de modificar los valores que imperan en nuestra sociedad, porque esto va a la deriva. Siempre se dice que una generación es mejor que la anterior, pero en la actualidad, ¿se cumplirá también esta máxima? Parece impensable.
Y me permito dejar una leve crítica a Punset, que es "recolector de información" y se apunta a lo novedoso, prefiere acudir a la fuente, a los que tuvieron la idea.