La falacia de la estadística

El otro día recibí vía e-mail un link a una página web que mostraba un impresionante reloj mundial, esto es, una interfaz en la que paralelamente al inexorable paso del tiempo muestra una vorágine de datos (vorágine conforme a la tercera acepción del RAE: aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento). Pero mejor que intentar explicarlo, échenle ustedes mismos un vistazo:



La primera impresión que causa, la instantánea, o al menos así fue conmigo, es la de decirse "¡Qué pasada!". Acto seguido advertí que sin duda aquel artilugio se iba a convertir en carnaza para mi próximo post.
De una parte quisiera aprovechar para criticar la mentira a la que estamos sometidos por la falsedad con la que se nos presentan los datos estadísticos, subyaciendo cuando no una razón de manipulación e interpretación por interés particular, un sesgo en el propio planteamiento del estudio, ya sea por falta de validez (se mide lo que se quiere medir) , ya sea por falta de fiabilidad (se mide correctamente) de los elementos de recolección de información.
Al hilo de las dos posibilidades expuestas, valgan respectivamente los siguientes ejemplos, de un lado aquellas investigaciones en las que se falsearon los datos con el afán de "avalar" increíbles descubrimientos (sin duda esto es de por sí caldo de cultivo para un nuevo post para el que ya tengo la información), y del otro la precariedad de muchas encuestas, unido a la falta de rigor con que nos la presenta el encuestador, más preocupado por conseguir una filiación que certifique que cumple con su misión que una información relevante, lo cual a la postre debería ser su principal cometido.
Salvados estos aspectos previos, nos topamos a continuación con la interpretación de los resultados. Aquí entra en juego aquello del todo depende del cristal con que se mire. Valga de ejemplo cómo unos datos económicos para un grupo de gobierno son una simple desaceleración, en tanto que para la oposición son una crisis.
Además, el número a según que aspectos se refiere constituye ya de por sí un error. Sin ir más lejos, y con un sarcasmo hablo de mi persona, para mí las estadísticas dejaron de existir el día que dijeron que los españoles tenían 1'5 hijos. Que yo sepa, yo no tengo ningún hijo, así que me sorprendería sobremanera si me diesen una noticia en este sentido contraria a lo que creo. No obstante, si me dijeran que tengo un hijo y medio, no es que me sorprendiera, es que me quedaba de piedra… y por favor, denme más información, ¿qué mitad me ha tocado? ¿La de arriba, la de abajo, la izquierda o la derecha?
Fuera ya de bromas, una vez metidos todos en la corriente de interpretar los datos estadísticos como lo que son, es decir, como meras orientaciones a coger con pinzas en tanto y cuanto no se contrasten las fuentes, quisiera hacerles pensar acerca de la frialdad con la que miramos a ese cruel reloj. La indiferencia con la que somos capaces de ver cómo aumenta el número de muertes, de infecciones de VIH o de cánceres, y a continuación visitar otra web como si nada hubiera pasado. Nos falta conciencia, nos falta cavilar. ¡No se queden en el mero símbolo del número!, detrás de cada cifra se supone que hay una persona.
A su vez, el simple hecho de mezclar en ese popurrí mujeres fallecidas en abortos con el número de barriles de petróleo producidos, me parece del menor de los gustos y desprecio por lo más importante, la persona y su vida. Tal exposición, coronada por un dato resumen separado que recoge el número de muertes para poder ir a lo práctico sin tener que reparar mucho más que en cómo se suman y restan personas, no es sino sintomático del nivel de desvinculación de lo que hay detrás, es la mera conversión del homo sapiens quien tras mucho filosofar sobre sí mismo, en sus sucesivas abstracciones hacia lo común sólo ha sabido identificar su esencia con un simple número.
Estamos envenenados, contaminados, sólo hemos bebido consumo en todos los ámbitos desde que hemos nacido. Estamos tan devaluados (yo incluido, pues fíjense que hasta yo mismo queriendo escapar, no logro evitar al escribir de tirón el definir con un término económico tal y como es devaluar), que nos hemos convertido en un mero elemento de consumo totalmente cuantificable.

Comentarios

José Miguel ha dicho que…
Muy curioso el macro-gráfico. Para quedárselo mirando un buen rato. No sé cómo harán estas encuestas a nivel mundial, pero me parece un poco difícil tener todos esos datos controlados. Ya de por sí es difícil hacer estadísticas en ámbitos mucho más reducidos.
Las empresas por ejemplo hacen encuestas con su mejor intención, pues buscan realmente en qué pueden estar fallando para mejorar.
Pero es que los resultados de estas encuestas no son nada fiables.
Quiero hacer hincapié en lo que ya se nombra en el post: la labor de los encuestadores. Eso es un auténtico cachondeo. Se les paga por encuesta realizada y hala, a hacer encuestas. Son encuestas por lo general muy largas, que para hacerlas bien podrían necesitarse 20 minutos por lo menos. Ellos se las pulen (y hacen bien, si no, que les paguen un fijo) en un santiamén. Preguntas formuladas tendenciosamente, preguntas respondidas directamente por ellos mismos, preguntas que no se preguntan...supongo que las rellenarán luego ellos.
Además, si han dado con alguien que acepta hacer la encuesta, éste va a encajar en el perfil que necesitan como sea. A mí una vez me pusieron como cabeza de familia y se quedaron tan anchos.
Luego el entrevistado, por hartazgo, porque no tienes ni idea de qué responder, o según el día que tengas, responde lo primero que se le viene a la cabeza.