El efecto Pigmalión

El efecto Pigmalión es un término que hace mención a la concepción previa que se tiene acerca de terceros y las expectativas creadas en consecuencia, las cuales acaban por tornarse en realidad.
Dada la explicación así en abstracto, tal vez sea un poco enrevesada de entender, pero seguro que tras una breve explicación y algún ejemplo, ésta queda suficientemente clara, pues su esencia es de extrema sencillez.
Remitiéndonos a la mitología clásica, encontramos que Pigmalión fue un rey chipriota cuya principal pasión era la escultura, el cual, trabajó con tanta devoción en una figura de marfil a la que dio forma de mujer, que llegó a enamorarse de ella y creer que no existía mujer viva tan bella y perfecta como la que él había modelado. Tan enamorado estaba Pigmalión de su creación, que tan sólo ansiaba que ésta cobrase vida.
Un día, los dioses se compadecieron de Pigmalión y complacieron en dar vida a la estatua, transformándola así en la hermosa mujer que el rey creía que era.
En lo que al ámbito educativo se refiere, Robert Rosenthal, profesor de psicología de la Universidad de California, realizó un experimento consistente en mostrar a los maestros de una escuela los resultados de unos tests, los cuales mostraban que algunos de los estudiantes eran más brillantes que el resto, y que por tanto de ellos se podían esperar grandes resultados.
Ni que decir tiene, que dichos tests no fueron sino una simulación, ya que el objeto no era otro que llevar a los maestros a pensar que de esos alumnos concretos tenían más potencial que el resto. Transcurrido el curso escolar, dichos alumnos obtuvieron mejores calificaciones que el resto.
El quid de la cuestión no es ni mucho menos que esos alumnos fueran ciertamente más inteligentes que el resto, ni tampoco que los maestros, ciegos por las expectativas que se habían creado, llegasen a modificar sus calificaciones a favor de estos. La clave reside en la atención y dedicación que los maestros depositaron en dichos alumnos, una vez fueron "conocedores" de las grandes capacidades de estos.
Pero el efecto Pigmalión, aunque se concretase mediante una investigación en un centro escolar, ni mucho menos limita al plano educativo su aplicación, ya que son muchas las facetas donde éste tiene a lugar.
Así pues, poniendo por ejemplo el ámbito laboral, si un empleado recibe la continua aceptación de su jefe, es muy posible que éste exhiba un alto desempeño en sus funciones y por tanto su rendimiento sea más alto, a la vez que efectivo. Si por un contrario, sus capacidades son siempre cuestionadas por parte del superior, la actitud desidiosa y desmotivación por parte del subordinado vaya in crescendo, lo que incuestionablemente conllevará una disminución de la cantidad y calidad de su trabajo.
Sin duda en el ejemplo precedente, los resultados derivados de la acción del empleado son divergentes, si bien, la esencia que al efecto Pigmalión atañe es la misma; en ambos casos se han confirmado las expectativas que tenía el jefe.
En la dimensión de la vida familiar, el efecto del cumplimiento de la profecía también es importante, pues en gran medida las expectativas que depositan los padres en sus hijos, y sobre todo, la actitud de estos en alimentar y favorecer el cumplimiento de la misma, también va a redundar de manera directa no sólo en la forma de ser y de actuar de los hijos, sino también en distintos rasgos de la personalidad, ya que las expectativas no sólo se limitan en la incisión unilateral de aquel que espera que una persona sea de una determinada forma, pues las personas también tenemos tendencia a ser como los otros esperan que seamos.
Dicho lo dicho, queda claro que influir ánimo y buenas expectativas es positivo y redunda en un beneficio para todos, si bien, no por ello hay que caer en el absurdo de abusar del efecto y pretender ahora que todo el mundo por cuestión de mi expectativa y actitud hacia los demás, sea absolutamente maravilloso, pues lo que es, es, y lo que no, no. De modo que ahí tenemos todos nuestros respectivos granos de arena para sacar lo mejor de los demás, pero con coherencia, que no por mucho desearlo la figura de marfil se tornará en nuestra diva de carne y hueso, eso sólo le pasó a Pigmalión… que a fin de cuentas era rey.

Comentarios

José Miguel ha dicho que…
El efecto Pigmalión me ha entusiasmado desde que oí hablar de él por primera vez. Me parece fascinante.
Es una muestra clara de lo maleable que es el cerebro humano, incluso más allá de los primeros años de vida. Digo esto porque creo que el efecto Pigmalión funciona a cualquier edad, no sólo en niños.
En muchas ocasiones, no sabemos si estamos haciendo algo bien o mal. Si es algo que hacemos por primera vez, es posible que sólo sepamos si lo estamos haciendo bien o mal cuando alguien nos lo diga.
Así, si el maestro le dice al niño que se está esforzando y lo está haciendo mejor cada día, esa creencia calará en el niño, y la asumirá pensando "soy un buen estudiante". Por el contrario, si el maestro se muestra enojado con otro alumno, éste considerará que su conducta no es acertada, y a partir de entonces comenzará a jugar el rol (de vago, gamberro...etc.) que le ha otorgado el adulto.
Nótese que cuando una creencia, positiva o negativa, haya calado en una persona, todos los datos que a partir de allí tome esa persona de la realidad tenderán a ser encajados, aunque sea con calzador, en la creencia ya presente. De ahí la importancia de la primera creencia que nos creamos sobre lo que sea. Si yo por ejemplo creo que soy un buen estudiante, interpretaré un suspenso como una distracción, pensando que en el próximo examen aprobaré. Se necesitarán varios suspensos para empezar a cuestionarme si debo cambiar la creencia de que "soy buen estudiante" por esta otra: "Soy un estudiante mediocre" o "Soy un mal estudiante".
Un aspecto relevante del efecto Pigmalión es el de la exigencia, cuánto le exigimos a otra persona. Pienso que cuanto más exijamos a una persona, más va a dar de si, siempre y cuando no nos excedamos, claro está. Un niño, por ejemplo, no sabe cuáles son sus límites. Si por sus compañeros o adultos percibe que estudiar 1 hora diaria es mucho, cada día que estudie una hora acabará rendido. Sin embargo, si percibe que tiene que estudiar un mínimo de 2 horas, estudiará como mínimo 2 horas: él dará exactamente en la medida en que se lo exijan, incluso con cierto grado de independencia respecto de sus capacidades.
Estoy seguro que antes de que el primer hombre corrió el marathon, a poca gente se le habría ocurrido que eso era posible. Sin embargo, desde esa primera vez, cuando se demostró que no era imposible correr esa distancia, muchas otras personas se lanzaron a esa empresa.
La aplicación educativa del efecto Pigmalión es muy amplia. Si consideramos que hay muchos tipos de inteligencia (esto sería otro tema para discutir, aunque yo hablaría más de "habilidades" que de "inteligencias", pero bueno, para lo que nos ocupa es irrelevante cómo lo llamemos)se supone que cada niño es "talentoso" en algún aspecto educativo: matemáticas, inteligencia emocional, inteligencia atlética...etc. Por ello lo que debería hacer el maestro es identificar los puntos fuertes del alumno y tratar de reforzarlos, dándole confianza. Así, es de esperar que alguna o muchas estatuas se conviertan en personas de carne y hueso.
Alana Brown ha dicho que…
soy educadora me siento tan abochornada de que hasta hace unas semanas escuche hablar, del efecto Pigmaliòn te comento es la mejor experiencia que he podido obtener en cuanto a mi aprendizaje. PUESTO que esto investigadon realizando ensaos encuanto a este tema.

alana brown (PANAMÀ)
Alana Brown ha dicho que…
soy educadora me siento tan abochornada de que hasta hace unas semanas escuche hablar, del efecto Pigmaliòn te comento es la mejor experiencia que he podido obtener en cuanto a mi aprendizaje. PUESTO que esto investigadon realizando ensaos encuanto a este tema.

alana brown (PANAMÀ)