¿Informática? Analfabetos del S. XXI

Tal vez el epígrafe parezca un poco exagerado, pero pensado en términos prácticos, y ya no tan visionarios como pudieran ser dos décadas atrás, ¡qué el futuro ya está aquí señores!, se puede aseverar que por mucho conocimiento que se tenga en cualquier disciplina, quien no se de cuando menos maña en el manejo de un ordenador, puede llegar a ser definido con el término de mi cuño "analfabeto del S. XXI".
El ámbito tecnológico evoluciona de manera vertiginosa. Hoy en día estamos rodeados de todo tipo de aparatos electrónicos cuyo manejo sólo los más jóvenes parecen comprender.
Inevitablemente, toda esta parafernalia del futuro se ha incorporado también al mundo empresarial, el cual, por consiguiente, demanda no a lo mejor en exclusiva profesionales en esta materia, pero sí profesionales o técnicos en otras, con un conocimiento en los menesteres informáticos y tecnológicos.
En nuestro país de la pandereta, a pesar de haberse invertido en esta línea, sigue existiendo un error de planteamiento. Valga por ejemplo en Aragón la implantación de Internet en el medio rural: ya tienen ordenadores, ¿ahora quién los enciende?
En lo que al sistema educativo se refiere, curricularmente la asignatura de Informática, hoy por hoy sigue siendo una optativa, y acorde con lo que se imparte y se exige en la misma, no deja de ser lo que vox pópuli se conoce como una "maría".
La Informática, así como alguna que otra materia en la que no entro por no ser éste el objeto del presente artículo, debería ser un complemento de obligado curso en la formación académica de todo estudiante.
Saber informática no es saber navegar por Internet, mandar e-mails y chatear. Un exquisito conocimiento de la ofimática en general, conocimientos básicos acerca de la instalación y funcionamiento de redes, así como de otras plataformas no tan al uso como Windows, tales como Linux o el Macintosh, por no hablar del manejo de herramientas de edición de vídeo, fotografía, publicación web, así como otro software de carácter técnico, e incluso, fundamentos de programación.
Para ello se precisarían profesores especialistas en la materia, con la correspondiente formación que les confiriera la capacidad, no sólo en lo que al título se refiere, sino también al conjunto de competencias precisas al efecto, para impartir la asignatura con calidad y criterio, dándose por sentado que en este planteamiento, la asignatura de informática tendría una continuidad, acorde con su importancia, durante todo el periodo de enseñanza obligatoria; tal y como podría ser el caso de la lengua o las matemáticas.
Una economía desarrollada va de la mano con el trabajo cualificado, y éste está a su vez ligado de manera inherente a todos aquellos avances, entre los que sin duda se abandera la informática, que mejoran de modo cualitativo y cuantitativo la gestión en cualquier ámbito. En consecuencia con lo expuesto, es imperativo formar profesionales competentes en tales materias de cara a una eficaz inserción en el mundo laboral, para lo cual se precisaría una sustancial reforma del actual planteamiento educativo, tanto en su fase obligatoria, como en los estudios superiores, los cuales pecan de excesiva teoría y poca praxis práctica, redundancia ésta que señalo con mordacidad y no con error.

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