Lutero, un ejemplo a seguir

Y no lo digo por aquello de su fe en Dios, sino más bien por lo de protestar. Lutero nació en Eisleben (Alemania), en 1483. De origen campesino, y tanto con ocasión de cumplir una promesa a Santa Ana, como de escapar de su riguroso hogar, cuyo padre quería que estudiara derecho, se hizo monje.
Absolutamente convencido de la necesidad de cada ser humano de estar a bien con Dios, comenzó a cuestionarse la maquinaria católica que permitía la salvación. De un lado por la gratuidad de la misma, pues no dejaba de ser un reset activado por el arrepentimiento, de otro, porque de cara a la obtención del verdadero perdón, ¿quién podía estar seguro de no haberse dejado ningún pecado en el tintero durante la confesión?
Sin dejar de estar enormemente sensibilizado con tales asuntos, en 1512 se doctoró en teología, de lo que se desprende que su conocimiento de la Biblia no debía ser nada despreciable. Así, en el estudio de la epístola de Pablo a los romanos, quedó impregnado por la afirmación de que la salvación nunca puede derivar de las propias obras, ya que se trata de un regalo de Dios que el ser humano sólo puede recibir mediante la fe en el sacrificio expiatorio que Cristo realizó en la cruz.
A partir de entonces, Lutero pareció encontrar el sosiego que siempre había perseguido, produciéndose poco después su cuestionamiento a las lucrativas indulgencias con las cuales la iglesia perdonaba todo aquello que fuera menester. El día D en cuestión fue el 31 de octubre de 1517, fecha en la que Lutero fijó sus 95 tesis sobre las indulgencias en las puertas del castillo de Wittenberg en frontal desafío a la iglesia católica.
Éste hecho, levantó no poca polémica y supuso un complot elitista cuyo objetivo era la difamación de aquél que les puso en evidencia, pues como ya se ha señalado anteriormente, entre otras razones, la venta de indulgencias constituía un lucrativo negocio.
Llegado el punto álgido de la reyerta, se instó a Lutero a que se retractara, a lo que respondió con unas palabras que se encuentra en la raíz de todas las declaraciones posteriores a favor de los derechos humanos y la libertad de conciencia: “Ni puedo ni deseo retractarme de cosa alguna, ya que el ir contra la conciencia no es justo ni seguro”. Debo ser sincero y confesar que asimismo añadió un “Dios me ayude. Amén”, lo cual pongo por mero respeto al autor en vez de por concordancia. Así nació el protestantismo, el cual sólo se apoyaba en la Biblia, única norma de fe y conducta (“sola Scriptura”), Cristo, salvador y único mediador entre Dios y los hombres, (“solo Christo”) y la fe en el sacrificio de Cristo como única vía de salvación (“solo fide”).
Es loable la acción de Lutero. Protesta ante la arbitrariedad y el despotismo con el que actúan aquellos que detentan el poder, y todo ello lo emprende no sólo porque sea justo, sino porque así se lo dicta su conciencia. A mi parecer se trata de un ejemplo a seguir. Lutero se rige por sus principios, se enfrenta de manera firme sin perder las formas al corrupto poder y constituye un punto de inflexión a partir del cual nace un movimiento, el protestantismo. Muchos han sido los que a través de los tiempos, con mayor, menor o ninguna suerte, con fama o anónimamente, se han revelado contra un sistema por una causa. Gracias a ellos el mundo es hoy sin duda mucho mejor de lo que sería si las almas negras hiciesen y deshiciesen a su antojo. Suficientemente triste es que aquellos detentan el poder actúen tan perniciosamente como para que lo consintamos con nuestra sumisión y silencio. El conformismo es el cáncer de nuestra sociedad. Estas palabras no atañen a todos, sólo a los que no estén ciegos, a los que no estén engañados. Nos conviene a todos, pero sobre todo, le conviene a usted, contágiese, haga caso a Lutero, no vaya contra su conciencia.

VIDAL, C. El camino hacia la cultura. Lo que hay que leer, ver y escuchar. Barcelona, Planeta, 2007.

Comentarios

José Miguel ha dicho que…
La película reciente de Lutero era muy buena, y allí se veía muy bien todas las injusticias contra las que se rebela Lutero. Él va a Roma y ve un clero corrompido, una religión de mercaderes, con ventas de indulgencias, etc.
Ante ese estado de cosas, él se alza mediante lo que algunos consideran una prueba de la existencia de Dios, o al menos una huella suya: la conciencia del hombre.
El ser humano es un animal gregario, y como tal, suele seguir las directrices del grupo en el que se encuentra. En ocasiones, sin embargo, sí aparecen personajes que, en base a su conciencia, cuestionan ciertas cosas.
Estoy de acuerdo en que nos irían mejor las cosas si nos guiáramos por la conciencia. Mi duda es: ¿puede una conciencia mal formada, aun con buena intención, llevar a un error peor que el que se quiere corregir? Yo creo que en ocasiones sí, que podemos pensar que estamos haciendo lo acertado y realmente estar haciendo una chapuza de campeonato.
Unknown ha dicho que…
Lutero, sin dudas, todo un paradigma. Lo que más admiro de él, es su consecuencia. No se ve muy a menudo a personas que practiquen lo que profesan y él así lo hizo hasta el final, contra viento y marea.